El Todopoderoso nos bendijo en gran manera por medio de una exhortación profética de mucha confrontación.
Fue quebrantado el poder y las mentiras del enemigo (farmaqueia) y se despertó la fe del pueblo para tomar las promesas de sanidad.
El profeta Jairo activó un celo y una gran necesidad por desarrollarnos y experimentar una vida en Cristo cada vez más conforme a su perfecta voluntad. Al final tuvimos una gloriosa manifestación de sanidades en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Por sus llagas nosotros fuimos curados.
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